San Sebastián

11 de agosto de 2011

Desayunamos por primera vez en esta casa rural y nos parece estupendo: zumos, leche, galletas, tostadas con mantequilla y mermelada, croissants... ufff no te lo acababas nunca!
En el desayuno coincidimos con un par de parejas (una de Zaragoza y otra de Teruel) muy majas y comentamos que ayer cenamos en el pueblo de al lado porque el restaurante del pueblo estaba cerrado. Se ve que todos cenamos ahí y no nos enteramos! Comentamos que quizás esta noche sí que nos quedemos en el pueblo, ya que en principio abren.

Pasamos todo el día en San Sebastián, capital de Guipuzkoa. Donostia es una ciudad relativamente pequeña, pero con mucho ambiente de verano (tiene dos playas grandes: La Concha y Zurriola). Parecía que iba a estar nublado pero nos hace una mañana estupenda.
Después de cruzar toda la ciudad en busca de párking, aparcamos en la Avenida Navarra, en zona azul y el guarda nos ayuda con el tema de los tickets (las máquinas expendedoras de toda la vida las están sustituyendo por máquinas con pantallas táctiles donde tienes que marcar la matrícula del coche para que no haya intercambios). Lo divertido es que nos comenta que él, aunque vea que un ticket se ha pasado de la hora, si es del país no llama a grúa, pero si es extranjero sí. Nos da la risa con ese hombre que se despide de nosotros diciendo que él nos cuida el coche, que no nos preocupemos.

Nos tomamos algo fresquito con un pintxo y cogemos fuerzas para seguir caminando. Paseamos por todo el paseo marítimo de Zurriola y cruzamos la ría por el puente Zurriola. Vemos un cartel indicando una oficina de turismo cercana y vamos en busca de ella. Se encuentra en el paseo del Boulevard y está atestado de gente. Lo divertido es que tienen una máquina que te pregunta cuatro datos (número de personas que viajan, origen...) y te saca un mapa de la ciudad que está bastante bien. Todo y eso cogemos número para que nos atiendan. La chica que nos atiende nos pregunta cuatro cosas y le contamos donde nos alojamos y nos dice que qué envidia, que qué bien. También nos da información, por ejemplo un mapa muy chulo de toda la costa de Euskadi, incluso con la parte del País Vasco francés. Se lo agradecemos mucho y seguimos nuestro camino.

Nos pateamos todo el centro histórico de cabo a rabo y nos da la sensación de que hay más ambiente que en Bilbao... las tiendas son una monada y al llegar al Club Náutico decidimos que ya es hora de comer algo. Si los pintxos gigantes de Bermeo costaban 1€, aquí uno de medidas mucho menores cuesta más de 2€... se nota que estamos en una ciudad turística con un turismo que puede gastar.

Volvemos dando un paseo (o pateada, según se mire) al coche para moverlo e intentar aparcarlo más cerca, pero acabamos aparcando en un párking en la Alameda del Boulevard, tocando la Concha, y nos estiramos en la playa (yo no me bañé por lo congelada que estaba...) y descansamos un rato. Qué maravilla vivir en una ciudad con la playa a unos minutos...

Por la tarde la gente o bien se queda en la playa o bien se va a vestir y se ponen bien guapos (los niños van monísimos con sus bermudas y las niñas con sus vestiditos y lazos...) para dar un paseo y tomar algo.
Como por la mañana habíamos estado por la parte antigua, por la tarde toca la nueva y también vale mucho la pena. Al caer la tarde nos apetece comer un pintxo de tortilla, qué rico! en la Avenida de la Libertad.

Se nos hace tarde sin enterarnos, y después de una última vuelta, cogemos el coche y volvemos a Alkiza, donde la casa rural.
Cosa curiosa: encontramos mucha gente en un corro gigante mirando como unos chicos iban a hacer un "salto mortal". Eran los mismos chicos que vimos en Pamplona durante los SanFermines!

Llegamos a Alkiza a las 21h y nos encontramos con una de las parejas de por la mañana. Iban al restaurante, pero a nosotros aún nos quedaba asearnos, arreglarnos... total, que entre la charla y todo nos presentamos en el restaurante a las diez y pico de la noche. Y... adivinad! nos esperaban todos ahí! en teoría la cocina había cerrado, pero abrieron para nosotros 6 y nos sentamos todos en una mesa grande. Cervezas, sidra, comida, chupitos, carajillos... cubatas al final... madre de dios, fue la mar de divertido! a la mitad de la cena nos dimos cuenta que no sabíamos ni nuestros nombres!!! a nuestra fiesta se añadieron un chico y una chica del pueblo y la Sra. Mari, del restaurante, nos echó y nos dijo que dejáramos los vasos en la ventana, que ya los recogería por la mañana, jeje.
Nos metíamos en la cama a las 4 de la mañana, sin poder parar de reir... fue una cena (y noche) inolvidable.

Os dejo la foto de la cena:

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